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Motivos para
el librepensamiento Recientemente, navegando por esta vasta red, me encontré con una gran cantidad de sitios dedicados a la defensa y difusión de ideas despóticas. En la mayoría de los portales que he visitado, es fácil dar con páginas panfletarias del nazismo, fascismo, nacionalismos aberrantes, religiones intolerantes y demás atrocidades que la sociedad contemporánea no puede permitirse en aceptar. Sin embargo, llamó particularmente mi interés el hecho de que no haya ningun lugar en el cual se defiendan las posiciones opuestas; es decir, la libertad individual, el valor del pluralismo y la tolerancia, así como una crítica certera en contra de quienes buscan que el despotismo recobre auge en todos los niveles sociales en un afán de suprimir a la otredad. Esto me parece sumamente preocupante. En diversos foros públicos, incluidos aquellos que podemos visitar en Internet, existen personas que buscan sacralizar a los dictadores sin importar las matanzas y crímenes en contra de la humanidad que han llevado a cabo. Es frecuente escuchar la ignorante frase de "(...) necesitamos un dictador" o palabras de homenaje al filo-nazi Salvador Borrego que sin rigor metodológico alguno se atreve a sacralizar las atrocidades que han cometido los dictadores. También es común escuchar las posiciones de ciertas iglesias, que ponen de manifiesta su posición de suprimir a quien practica un culto distinto. La intolerancia y la incapacidad de comprender que no todos deben pensar el mundo en los mismos términos debería hundir en la ignominia a los predicadores del despotismo. El presente sitio pretende, así, ayudar a difundir las ideas en pro de la libertad individual y el pluralismo social. Si bien quienes yacen en una posición contraria tienen todo el derecho de manifestar sus atrocidades, parece necesario llevar a cabo una defensa fiel de los principios de cooperación social más fundamentales que reduzcan al mínimo el peligro de una doctrina comprehensiva imponiéndose a las demás. Este es un espacio dedicado a este fin, no podemos permitirnos regresar como civilización a la era en que la divergencia era castigada desde los propios espacios sociales, porque sería un crimen en contra de nosotros mismos. El librepensamiento posibilita el pluralismo social, pero sobre todo, impide el despotismo de los fundamentalistas. |
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